En el desierto de la cruel realidad, la desconfianza es la única opción que hay bajo un sol que quema lenta y profundamente, pocos y casi ningún árbol existe a millones de kilómetros, lo que parece ver mi vista son solo espejismos que se desvanecen, pues la Hipocresía de creer que aguantaremos se mofa de la resistencia que es cubierta por arena.
Desconfiar de todo y confiar en nada, es lo que dice mi capitán antes de zarpar preparando cada detalle en su lugar y midiendo meticulosamente cada gasto la expedición va tomando forma de destino un destino que quizás dirija mis pasos a otra realidad, la orden fue dicha y la acepte que dentro de ese trato solo yo era responsable de lo que me aconteciera.
Firmando con claridad de letra, sin imaginar que todo podría ser un sueño, un sueño vil y sin sentido. Pero de esto me asegure antes, y para nada es así decía mi espíritu.
Corrí por ultima ves al espejo donde cada mañana viera mi crecimiento y jurándome a los ojos que nada de esto se repetiría jamás, y así lo sigue siendo hasta ahora.
Tres en punto, el Helicóptero me espera afuera, todo parecía funcionar en marcha. Un error o mejor dicho una gran confusión, no existía rastro de alguna hélice sobre el helicóptero, absolutamente todo esta mal, claro en lo natural de este mundo. Hecho un vistazo para conocer al piloto y no podría ser peor esto pero justo ahí, mi piloto tendría que ser la ultima persona con la que viajaría tan lejos y confiándole un destino que podría ser tan incierto como el viento que soplaba en ese instante.
Era yo quien piloteaba la nave, justo con la apariencia contraria a la que pensaba que era, con un rostro formado de lo que cada uno pensaba de mi y un par de piernas que corrían al compás de las risas y disgustos de la vida, ese piloto era yo pero nisiquiera tenia un parecido a mi, en desconfianza subí al helicóptero sin hélice con la mitad de la puerta y una cuarta parte de lamina que simulaba el suelo, la oxidada nave emprendió el vuelo.
Mas de dos horas de transcurso, un tiempo largo e incomodo sobrevolando en círculos en aguas turbulentas que deseaban mi descenso, el capitán se dirige para conmigo.
Estamos a punto de aterrizar de la peor forma, esta listo pasajero, muy bien se que no lo esta pero es esto o morir, que elegimos. Y aun pensando mi respuesta, aquel capitán ya la contemplaba, un dialogo interno que se hacia tan publico como si fueran dos distintas personalidades en una.
Un cuerpo cae como costal en medio de aguas turbulentas, nadie lo mira, absolutamente nadie lo salva. Podría sobrevivir.
hAY mI noVio TodO uN PoeTA
ResponderEliminarTE AMO